poetenladen    poet    web

●  Sächsische AutobiographieEine Serie von
Gerhard Zwerenz

●  Lyrik-KonferenzDieter M. Gräf und
Alessandro De Francesco

●  UmkreisungenJan Kuhlbrodt und
Jürgen Brôcan (Hg.)

●  Stelen – lyrische GedenksteineHerausgegeben
von Hans Thill

●  Americana – Lyrik aus den USAHrsg. von Annette Kühn
& Christian Lux

●  ZeitschriftenleseMichael Braun und Michael Buselmeier

●  SitemapÜberblick über
alle Seiten

●  Buchladenpoetenladen Bücher
Magazin poet ordern

●  ForumForum

●  poetenladen et ceteraBeitrag in der Presse (wechselnd)

 
Nancy Morejón
El café de los poetas

 

Llega el néctar negro de los antillanos
colándose entre las hendijas y los azulejos ilustrados
del viejo café de los poetas. Un sentimiento muestra
la inquietud del camarero, desnudo, con una servilleta
            sobre
el brazo, y se escucha la canción de Patricio Ballagas
que viene desde una consola negra, frente al café,
puesta en el borde (hacia dentro) de una ventana
de la ciudad.
            Un abanico y un laúd cierran el paso de las mulas.
Así es el pensamiento y su fragancia en el alma de
            Teofilito.
Oigo la alarma de los bomberos: un secular incendio
anuncia la convergencia de dos épocas: mantones de
            Manila
y carteles desmayados de Muñoz Bach apenas sobre el
            frontón.
En esta ciudad ya no hay ningún café para poetas, ni para ti,
ni para los dos trovadores que invocan la imagen de Santa
            Cecilia:
mientras tocan su tres y su laúd, ni para el miliciano
            sediento
pero en eso llega la sombra chinesca de Julián del Casal
que se sienta a tejer en una comadrita desahuciada.
Es un océano de termitas todo el entrave de vigas altas
desde el techo mugriento
pero la comaddrita sigue meciéndose
y pasa un cochero con smoking sonando su cencerro
en un coche de lunas raídas,
balbuceando una melodía
            napolitana
torna a Sorrento y hay una luz blanca como siempre
vertiginosa, poderosa, flamante, para siempre,
que invade el tibio anhelo de los poetas
que nos reunimos donde ya no hay nada sino los poetas
            mismos y sus versos
y el olor del néctar negro de los braceros y de los
            cortadores de caña.
No estoy mirando ningún grabado de Laplante, ninguna
estampa de Elías Durnford.
No estoy frente a ninguna catarata del Norte frío
sino frente a una cascada de metáforas lumínicas
y vuelvo a mecerme dentro de un cuaderno
escolar cuyas hojas amarillas, fileteadas de oro,
            me acompañan
rodeadas de luz y de poetas sin mesas, sin sillas, sin café,
hasta que el lente del turista aparece y nos detiene
ante la eternidad reencontrada.

Aus: Paisaje célebre, 1993

Nancy Morejón    20.04.2008
 

 

 
Nancy Morejón
Lyrik
Gespräch
Essay